Desiertos divididos por pequeños valles corresponden al territorio de los lambayecanos; territorio en donde la naturaleza ofrece extensas tierras apropiadas para el cultivo, pero a la vez carentes de agua.
El paisaje lambayecano permite y permitió el desarrollo de una agricultura próspera, pero no sin antes interviniese la mano del hombre mediante la construcción de canales para llevar el agua hasta las zonas agrícolas, pues los ríos son cortos y de caudal irregular, llegando a secarse durante gran parte del año.
Así pues el antiguo lambayecano con creatividad supo vencer al medio y construir un gran pueblo que domesticó una gran variedad de vegetales; esto le permitió desarrollar una gastronomía que además de satisfacer las necesidades de su población, le permitió satisfacer las necesidades del gusto, que por estas tierras son muy exigentes.
Lograr todo esto no fue una tarea fácil, por eso el trabajo colectivo fue la clave: ayllus (familias extensivas) se reunían a trabajar arduamente para la construcción de los canales, reservorios, acequias, para realizar las labores de siembra o de cosecha y luego como todo trabajo duro merece una recompensa realizaban grandes fiestas en donde la chicha de jora (licor de maíz) alegraba a todos aquellos que amaban, respetaban y adoraban a la mama pacha.
Todo este trabajo dio como fruto la domesticación del maíz, papa, yuca, algódón, ají, tomate, pepino, caigua, etc.
En este blog daremos a conocer los manjares que prepararon los mochicas y que nosotros heredamos, valorando así nuestro pasado, respetándolo, preservándolo y sintiéndonos verdaderos mochicas.
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